Tomás de la Rosa comienza en los '80 tocando la batería en varias bandas de punkrock. No será hasta finales de la década siguiente cuando empieza a coquetear con la música electrónica y entra a a formar parte del colectivo drone. Este artista contemporáneo ha sido capaz de adaptarse a las exigencias del tiempo aunque sin renunciar a su esencia sagrada: el ritmo. Holy man (2007) de la electrónica más elegante y depurada, ha expandido su Dub Mentality (2009) por los festivales locales más destacados (Magma, Croma, KEROXEN, Vulcania, Eolica, Próximos, Dinamo, Micromusic, Events) y por salas de la talla del Watergate de Berlin o el Instituto Cervantes de Manchester. Ha publico siete discos, dos de ellos con el sello KEROXEN. Su música está hecha de una pasta especial a base de dub, hip hop, techno minimal, nu funk. Crea capas de sonido envolvente que mutan de una forma a otra con una densidad casi líquida, siempre equilibrada.
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